—El caos… el caos es el motor del universo, pequeña estrella mía. El caos—me dijo, con esa voz profunda que parecía remeter a toda la sabiduría de antiguos imperios—, es la chispa que enciende el fuego de la vida y del destino y de la suerte. Sin caos no habría nada porque todo sería siempre igual. Dime, cómo se movería el mundo sin un empujón sorpresa. Cómo se daría vida sin un sorprendente golpe de aliento. Cómo, mi querida inconsciente, podríamos vivir en un mundo donde el caos no es más que el utópico pensamiento de un loco anarquista. 
No supe qué responderle. Me miraba con esos ojos que eran tan caóticos como su propia alma —quizás por eso mismo— y no pude articular palabra. El caos. Él. Eran lo mismo, un ser con una única misión para su existencia, con una simple razón para esa misma vida eterna. El caos era doloroso, el caos era imprudente y aprensivo y descontrolado. El caos creaba guerras y dolor, creaba heridas y cicatrices imborrables. Esa era mi visión del caos: la destrucción, porque solo la destrucción podía partir de un mundo sin normas. 
Pero no dije nada. Me sentí incapaz de dar voz a mis creencias porque, de repente, no parecían tan fuertes e incambiables como antes. 
—¿Me miras y ves dolor?—me preguntó como si acabara de leer mis pensamientos—. El caos no representa a la muerte. La muerte es tan normal como la propia vida. ¿No lo ves? Tú crees que el caos existe para crear disturbios, para construir imperios gobernados por el dolor. Crees que los dictadores, los asesinos y las almas en pena están creados a mi imagen y semejanza pero, ¿no ves que si no fuera por el caos nada podría detenerlos? Ves guerras cuando me miras pero no soy yo quien levanta el arma y dispara. Ni siquiera soy el arma, no soy ni el fabricante del objeto ni el ingeniero que lo ideó. No soy nada en ese esquema de cosas porque el caos no influye en el libre albedrío, Star. 
—Pero dueles. Cuando creas vientos y mareas… cuando hundes barcos y abres la tierra por la mitad, dueles y matas. 
—Sí, claro que duelo. El cambio siempre duele porque sois unos ilusos que creen que la rutina es vuestro bote salvavidas. Os encerráis en días idénticos con la esperanza de que las cosas no cambien; con el pensamiento de que, aunque no todo vaya perfectamente bien, como va relativamente acorde con vuestras existencias, es mejor no esperar nada porque la espera puede desembocar en desgracia o en dolor o en ambos juntos. Vivís esperando evitar las tragedias cuando deberíais vivir, simplemente. Yo soy el caos, Star, pero no lucho para destruir, para que gobierne la anarquía en un mundo de normas. Mi guerra es contra vuestras vidas normales y rectas, no lucho para matar, sino para crear. El caos induce al cambio, os obliga a pensar, a reaccionar, a vivir. A ver de verdad, no con la venda bordada con miedo con que os cubrís los ojos. Sí, soy dolor porque a veces es necesario un corte para reaccionar ante lo que sucede a tu alrededor, para comprender que hay ciertas cosas, ciertas formas de vida, ciertos pensamientos que son una pérdida de tiempo. Vivís pero lo hacéis encerrados en caparazones. Si yo no actuara, si el caos se encerrara en su casa e imitara vuestros estúpidos patrones, ¿qué crees que sucedería?
Seguí sin poder responder. ¿Que qué sucedería? La vida que su pregunta hizo aparecer en mi mente era gris y sobria, era apática y estaba básicamente muerta. No era vida porque no había reacción. Era como si el caos implicara todo el abanico de emociones que el ser humano pudiera sentir, no solo el dolor sino también el amor y el afecto, la necesidad de salvaguardarse, el pensamiento mismo. Sin Caos, sin golpes de atención de vez en cuando, la humanidad se convertía irrevocablemente en un gusano que se secaba al sol, incapaz de luchar, incapaz de sentir la necesidad de hacerlo, apático e indiferente ante la muerte y la vida, como si todo hubiese perdido el sentido o como si no lo hubiese tenido nunca. 
—La apatía es mucho peor que el dolor, Star. La apatía consume con un fuego envenenado cada parte activa de tu cuerpo y tu alma y acaba por convertirte en tal monstruosa excusa de vida que ni siquiera se te puede aplicar la lástima. No temas al caos, Star, no temas al dolor ni a la desgracia ni a la tragedia. El pesar forma parte de la vida de igual manera que lo hace la felicidad y la alegría. Vive sin temor a lo que no puedes cambiar o acabarás estando muerta antes de morir siquiera. 

2 comentarios:

  1. Segueix escrivint, pel bé de la humanitat

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  2. Me parece a mí que cualquier cosa que diga no estará a la altura de tu escrito, pero magia es cada palabra que explica tu visión del caos y de su necesidad para que los hombres no se queden encerrados en sus aburridas y monótonas vidas, para que se vean obligados a reaccionar.
    (y creo, en serio, que acabo de encontrar mi definición perfecta del caos)

    sí, vuelve a escribir pronto.

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