Hoy he construido un avión, mamá. Un avión de cartón. Le he pintado las alas de rojo, como tu color favorito. Ese rojo que te pintaba los labios y que me dejaba la marca de tus besos en las mejillas, ¿recuerdas, mamá? Le he dibujado plumas y todo, porque sé lo mucho que te gustaba soñar con volar. Aunque no se parece mucho a un pájaro —pero vuela, eso sí que sí— he pensado que podría ponerle un nombre de pájaro, ¿qué te parece? Te gustaban los gorriones y las gaviotas cuando íbamos al mar y los loros cuando íbamos al zoo y los colibríes cuando salíamos a pasear por las mañanas. Pero, ¿sabes qué he descubierto? un pájaro nuevo, mamá. Un pájaro de llamas, de color rojo como a ti te gusta. Un pájaro que no muere jamás porque renace de sí mismo. Se llama Fénix y así he llamado a mi avión. ¿Te gusta, mamá? Pensé que habría Fénix donde tú estás, ya sabes, porque son como los ángeles de los pájaros. Y pensé que, quizás… quizás te dejarían convertirte a ti en un Fénix y volver conmigo y podríamos pintar aviones juntos y hacer barcos de papel y construir casas de madera y coches de juguete y cocinar la tarta de chocolate con mermelada de fresa que tanto nos gusta a los dos. Te quiero, mamá, y ahora mismo voy a tirar a mi Fénix por la ventana, a ver si te llega bien al cielo.

1 comentario:

  1. Me has hecho llorar, realmente es un texto precioso. (poco puedo añadir más)

    abrazo
    de oso polar.

    ResponderEliminar