“¿Cómo se sabe si algo está vivo?
  Comprobando si respira. “
        Markus Zusak.


Tengo muchos nombres y cientos de formas. Oculto secretos en tantas capas de piel distintas que ni en millones de vidas podría alguien descubrirlos todos. Soy la encarnación del pasado abrasador de la memoria, el presente aterrador que se os escapa de las manos y del futuro que jamás llegaréis a probar. Soy un cúmulo de conocimientos eternos y de una sabiduría que es capaz de convertirse en estupidez. 
  Pero no soy estúpido. Oh, no. Ni siquiera me conoceréis, porque en vuestra realidad preferís verme como una rara sombra que a veces aparece en la esquina de vuestro ojo derecho antes que como la única certeza que mueve vuestras vidas. 
  Porque tal vez hoy os creáis a salvo. Tal vez penséis que tenéis la vida asegurada, que el tiempo en vuestros relojes no se está yendo por la borda a una velocidad alarmante. Estáis tan ciegos por el temor de afrontar la verdad que no os dais cuenta de que ya os tengo. Os he pillado entre mis garras y estáis muertos. 
  Podéis llamarme el Coco, el hombre del saco o vuestra peor pesadilla. Pero sin tapujos, amados futuros compañeros, yo soy el dios de la muerte y he venido a resguardar vuestras almas. 

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Las partes que forman mi alma están aquí expuestas, ¿me muestras algunas de la tuya?